📖 Las campanas no son sólo para las iglesias
⭐⭐⭐⭐⭐ De los protagonistas más dulces que descubrí entre lineas está Víctor Albalate. No es casual que me lo haya tenido que encontrar en un libro porque definitivamente es un ser de otro planeta. Esos que como no existen, porque son demasiado perfectos para ser reales, hay que inventárselos.
En apariencias, duro y gruñón. Por dentro (y en secreto) romántico, sensible, atento y devoto. Un corazón noble que vale más que todo el oro del mundo y una sonrisa, que quizás escasa, lo puede todo.
Víctor está tan enamorado de la heroína de esta historia que la vida, bien jodida, le juega malas pasadas y le impide tenerla. Y nosotras, enamoradas tontamente de él, lo acompañamos por esta travesía esperando el ansiado final feliz. Es cierto que de vez en cuando dieron ganas de matarlo (y no sólo a besos), pero alguna que otra frase suya nos hizo olvidar de lo que había hecho y hasta de nuestro propio nombre. ¡Para qué mentir!
Entre desencuentros, secretos y revelaciones, su final feliz llegó. Y ahí tuvimos que soltarle la mano y dejarlo finalmente con su amada. Había que hacerlo. Dicen que el amor no es egoísta...
Claro que antes nos quedamos con un pedacito de su corazón. Su parte más importante, más valiosa.
Nos podemos olvidar de nuestro nombre pero de vos, Conan, no. Eso nunca.
—Antes me he dejado una cosa importante...
—¿Qué? No he visto nada.
—Te he dejado a ti, mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario